Leccion 1. La seguridad de mi salvación

 

Versículos para memorizar
Juan 5:24; Juan 3:16.

En esta primera lección vamos a pensar en la seguridad de tu salvación. Para estar seguro de que eres salvo, hay dos cosas que debes hacer: cumplir las condiciones de la salvación y confiar en Dios.
En primer lugar, descubrimos las condiciones de la salvación en Hechos 20:21. Son el “arrepentimiento para con Dios” de tus pecados y la “fe en nuestro Señor Jesucristo”. Arrepentirte para con Dios de tus pecados significa darte cuenta de que eres un pecador y de que tu pecado te ha separado de Dios. Significa confesar tus pecados y cambiar tu manera de vivir. Pero cuando llegas a este punto te das cuenta de que tú solo no te puedes cambiar. No bastan tus propias fuerzas para romper las costumbres de tu vida pasada. Si vas poder cambiar, alguien tendrá  que ayudarte, alguien que ha demostrado tener más poder que el pecado.
El único que ha demostrado tener más poder que le pecado es Jesucristo. Solo él ha vivido una vida perfecta en este mundo, venciendo toda tentación y cumpliendo todas las demandas de la ley de Dios. Pero hizo más que esto sufrió en la cruz el castigo que nosotros merecemos. Fue muerto y sepultado. Pero al tercer día resucito. De esta manera demostró tener más poder que el pecado. Cuando crees que Jesucristo vivió, murió y resucito por nosotros, y cuando le invitamos a entrar en nuestro corazón como Soberano Señor para gobernarnos según su voluntad, le hemos tenido fe. Y el responde a esta fe entrando en nosotros, perdonando nuestros pecados y cambiando nuestras vidas.
En segundo lugar, para tener la seguridad de tu salvación debes confiar en Dios. Aquí es donde muchas personas se equivocan. En vez de confiar en Dios para la seguridad de su salvación, confían más bien en sus sentimientos. Cuando aceptaste a Jesucristo como tu señor y salvador es probable que hayas tenido algunos sentimientos hermosos, tales como un gran gozo y una profunda paz. Es razonable que así haya sido, porque la salvación afecta todo el ser, y los sentimientos son parte integra de una persona normal. Pero debes recordar que tus sentimientos son muy cambiadizos. Fácilmente se alteran. Y si de repente ya no sientes el mismo gozo y la misma paz como al principio, ¿querrá esto decir que perdiste tu salvación? 
¡De ninguna manera! La seguridad de tu salvación no depende de tus sentimientos, depende de Dios. En el debes confiar.
Confiar en Dios significa confiar en su poder para guardar. En 2 Timoteo 1:12 el apóstol Pablo dijo: “yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día”. Tú, como Pablo, has hecho un depósito en Cristo. Le has confiado el eterno cuidado de tu alma. Y como Pablo, tú también puedes estar seguro de que él tiene poder para guardar tu depósito hasta el fin.
En Juan 10:27-30 el Señor indica que los que creen en le son sus ovejas. Luego dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, mi nadie la arrebatara de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.” Sí, tu salvación es segura. En el versículo 24 de la carta de Judas leemos que Dios “es poderoso para guardarnos sin caída, y presentarnos sin mancha delante de su gloria con gran alegría”. Confiar en Dios significa también confiar en su fidelidad para cumplir. Como dice Hebreos 10:23 “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.” ¿Qué, pues, es lo que el Señor te ha prometido?
En Juan 3:16 Dios nos afirma que tenemos ahora mismo la vida eterna por la fe. En Mateo 28:20 dice: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Juan 5:24 nos dice: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” ¿Sería el Señor Jesús capaz de mentir? ¡Por supuesto que no! Ten confianza, entonces, en que él va a cumplir todo lo que te ha prometido. Porque confiaste en él, te has dado la vida eterna. Porque creíste en él, ya pasaste de la muerte a la vida eterna, y no podrás se condenado jamás. La fidelidad del Señor es la garantía de tu seguridad.
Amado hermano, necesitas estar seguro de que eres salvo. Esperamos que esta breve lección te haya ayudado a comprender las bases de tan preciosa seguridad. Hay otras cosas hermosas que Dios quiere que sepas acerca de tu nueva vida. En la próxima lección pensaremos en la gloriosa realidad de que ahora mismo Cristo vive en ti.

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