Leccion 5. Mi estudio bíblico personal

Descargar en Powerpoint®

Versículo para memorizar: Josué 1:8

Para crecer espiritualmente hay algunas disciplinas que necesitas practicar durante toda tu vida. En esta lección consideraremos la primera de ellas.Todo crecimiento, sea físico o espiritual, depende en gran parte de una alimentación adecuada. Varios pasajes bíblicos enseñan que la Palabra de Dios es comida espiritual. Se refiere a ella como pan, como leche y como alimento sólido.

En Mateo 4:4 el Señor Jesús dijo: "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios." Y en 1 Pedro 2:2 leemos lo siguiente: "desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación". Por "leche espiritual no adulterada" el Apóstol quiere decir "la leche pura de la palabra".

La leche es el alimento perfecto para los niños recién nacidos. Pero un desarrollo normal exige que después de algunos meses se empiece a tomar alimento más sólido. En 1 Corintios 3:1-3 el apóstol Pablo se lamenta de unos creyentes que se habían estancado en su crecimiento. "No pude hablaros como a espirituales", dice, "sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche y no vianda (es decir: alimento sólido); porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía“. No es la voluntad de Dios que te estanques en tu desarrollo espiritual. Pero si vas a crecer en tu nueva vida, tendrás que aprender a alimentarte diariamente con el estudio personal de la Biblia. Esto requiere tres cosas: Lectura cuidadosa, Aprendizaje diligente y Meditación frecuente y todo con el fin de obedecer.

En primer lugar, debes tomar tiempo cada día para leer la Biblia. Pero no debes leerla simplemente para cumplir con una obligación. Debes leer cuidadosamente en busca de un mensaje personal de Dios para ti. Esto será más fácil si lees en una Biblia que tenga los capítulos divididos en párrafos o secciones.
Antes de leer, detente para orar. Dale gracias a Dios por el don de su Palabra. Pídele que te dé entendimiento y que por medio de la lectura te enseñe algo que te ayude a vivir como debes ese día. Ten a la mano papel y lápiz, y después de leer un párrafo o sección, procura contestar las siguientes preguntas:
¿Encuentro en este pasaje algún ejemplo que debo seguir?
¿Señala este pasaje algún pecado que debo confesar a Dios?
¿Hallo algún error que debo evitar?
¿Presenta este pasaje algún mandamiento que debo obedecer?
¿Contiene este pasaje alguna promesa que debo hacer mía por la fe?
¿Consigna este pasaje alguna oración que yo puedo hacer?
En segundo lugar, debes ser diligente en el aprendizaje de pasajes bíblicos escogidos. El Salmo 119:11 dice: "En mi corazón he guardado (es decir: he atesorado) tus dichos, para no pecar contra ti." Para los hebreos el corazón era el sitio de la inteligencia, lo mismo que de los sentimientos y la voluntad. De modo que lo que se nos indica aquí es que debemos aprender de memoria las palabras de Dios. El ejemplo de Cristo nos hace ver la importancia de esta práctica. Nuestro Salvador rechazó las tentaciones de Satanás con pasajes aprendidos del libro de Deuteronomio.Compárese Mateo 4:4 con Deuteronomio 8:3; Mateo 4:7 con Deuteronomio 6:16; y Mateo 4:10 con Deuteronomio 6:13.
Ponte la tarea de aprender cuando menos un nuevo texto bíblico cada semana. Habiendo escogido el texto, divídelo en sus partes naturales (éstas son indicadas por los signos de puntuación) y trabaja por partes como sigue:
Lee la primera parte del texto varias veces, procurando repetirla de memoria después de cada lectura. Pasa luego a la parte siguiente, leyéndola y repitiéndola hasta aprenderla bien. Luego repite las dos partes juntas antes de proceder con el aprendizaje de lo que reste. Sigue este procedimiento hasta poder repetir al pie de la letra el texto completo juntamente con su respectiva referencia o cita. Cuando lo puedas repetir todo, entonces escríbelo para fijarlo todavía mejor en la mente.
A la siguiente semana, antes de iniciar el aprendizaje de un texto nuevo, repasa bien el que ya tienes aprendido, y luego procede con el nuevo como lo hiciste con el primero. A la tercera semana repasa los dos textos anteriores (juntamente con sus respectivas citas) antes de empezar con otro. De esta manera en un año habrás aprendido un mínimo de 52 pasajes selectos de la Biblia y habrás enriquecido en gran manera tu vida espiritual. 
Por último, debes meditar frecuentemente en lo que has leído y aprendido. La meditación ha sido llamada "la digestión espiritual". Es el proceso mediante el cual el significado de nuestras lecturas (o de nuestra observación) es asimilado y convertido en fibra moral y espiritual. Cuando Josué estaba a punto de iniciar la conquista de la tierra prometida, Dios le dijo: "Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien" (Josué 1:8).
Nota bien cómo este pasaje liga la meditación con la obediencia. La obediencia es la clave de todo.
Si lees las Escrituras con cuidado; Si eres diligente en el aprendizaje de pasajes bíblicos selectos;  Si meditas frecuentemente en lo que has leído y aprendido; y si obedeces… No hay duda de que crecerás en tu vida cristiana. En la próxima lección hablaremos de tu vida de oración.

Has Click aquí para tu siguiente lección