La oración

La oración es el dialogo del hombre con Dios. Es un acto de adoración y comunicación e incluye la presentación de nuestros deseos a Dios en el nombre de Jesucristo y la asistencia del Espíritu Santo (Juan 14:13-14; Filipenses 4:6). Algunos consideran Génesis 4:26 como el primer registro de una oración publica.
En ocasiones ni las palabras son necesarias para que una oración sea eficaz (Nehemías 2:4-5). Puede ser un acto de contemplación, o un dialogo entre el orante y Dios en el lenguaje del espíritu. En el más puro sentido cristiano, una lagrima, un gemido, o el silencio, pueden convertirse delante de Dios en una oración del más alto nivel espiritual (1 Samuel 1:10, 12-13). La biblia dice que Cristo pasó noches enteras en oración, probablemente no hablaba en voz alta, sino oraba en su fuero interno sin palabras siquiera. Esto es lo que hace practicable el mandamiento de 1 Tesalonicenses 5:17. La mucha palabrería y no la falta de palabras fue lo que Jesús censuró (Mateo 6:7) La oración no debe ser usada para tampoco para ostentar religiosidad. En Mateo 6:5 Cristo no condena el hecho de la oración pública, sino la motivación orgullosa con que esta se hacía.
Entre las interrogantes con relación a la oración, algunos se preguntan: Si Dios sabe lo que sus hijos necesitan antes de que se lo pidan, y si ya él tiene un plan para cada uno. ¿Por qué orar? ¿Por qué no se producen estas cosas espontáneamente? La biblia enseña que se debe orar porque, aun cuando Dios sabe todas las cosas, él ha establecido intervenir en ellas generalmente en respuesta a la oración. Es asunto de fe y obediencia. Además de esta manera se le impone cierto grado de responsabilidad y se le permite desarrollarse y establecer un orden de prioridades.
La oración no tiene como finalidad decirle a Dios lo que debe hacer ni cómo debe hacerlo. El altísimo es árbitro absoluto de sus planes pero, siendo el hombre un ser moral, Dios no le impone su plan sino se lo ofrece. Por medio de la oración el hombre conoce la voluntad divina, la acata y es capacitado para llevarla a cabo en su vida (Romanos 8:26-27)
Pero, ¿Por qué algunas oraciones no son contestadas? En realidad todas las oraciones son contestadas por Dios. Lo que sucede es que a veces su respuesta es negativa. En ocasiones Dios explica el por qué de su negación (Deuteronomio 3:23-26)
Si el que ora tiene absoluta fe en el amor (Juan 3:16), la justicia (Génesis 18:25), la sabiduría (Judas 1:25) y la omnipotencia de Dios (Apocalipsis 1:8) estará capacitado no solo para aceptar las negativas o el silencio de Dios, sino aun en las circunstancias que parezcan negar la eficacia de la oración. Saldrá triunfante aun frente a los casos más desconcertantes.

El que ora enfrenta en ocasiones grandes obstáculos, no todos naturales: su personalidad, preocupaciones, limitación de tiempo, ambiente, ignorancia de lo que conviene (Romano 8:26) etc. Para que la oración llegue a Dios tiene que enfrentarse a las fuerzas espirituales de maldad (Daniel 10:12-14; Efesio 6:10-20). En esta lucha la única garantía de triunfo en la oración viene del auxilio del Espíritu Santo (Romanos 8:26-28)