Lección 12. El Espíritu Santo y tu Don Espiritual

Versículo para memorizar: 1 Corintios 6:19

Antes de ir a la cruz Jesús prometió a sus seguidores que al regresar al Padre le mandaría al Espíritu Santo quien iba a vivir en ellos. Les iba a consolar, enseñar, guiar y equipar para poder llevar a cabo el trabajo de Dios que Jesús había comenzado. Después de la resurrección Jesús dijo a los seguidores que tenían que esperar hasta que recibieran el poder del Espíritu Santo. No podían empezar la obra de la iglesia sin la presencia y el poder de Él (Lucas 24:45-49; Hechos 1:4,8).
Los seguidores de Jesús esperaban en Jerusalén, unidos y orando. Al llegar el día de Pentecostés se cumplió la promesa y el Espíritu de Dios cayó sobre ellos con gran poder. Todos testificaban y Pedro tuvo que predicar para aclarar lo que significaba esa experiencia. Tú puedes leer esta historia de la iglesia primitiva en Hechos, capítulo dos.
Gracias a Dios ni tú ni yo tenemos que esperar la llegada del Espíritu Santo a nuestras vidas. El Nuevo Testamento aclara que el Espíritu Santo vive en cada creyente desde el momento de su nuevo nacimiento. Busca y lee Efesios 1:13,14. Nota que al oír las buenas nuevas y creer en Jesús como Salvador personal el Espíritu de Dios llega a la vida del creyente y queda en él como un sello para siempre.
Como creyente nuevo tú has tenido esta experiencia. Oíste el evangelio, creíste en Jesús y él te selló. Ahora el Espíritu Santo vive en ti. Puedes estar seguro de esto. Su presencia te da la seguridad de que eres hijo de Dios. Además de asegurarte que eres hijo de Dios, el espíritu Santo te habilita para que puedas vivir la vida cristiana y servir a Dios. Como dice el Versículo para memorizar de esta semana, tu cuerpo ha llegado a ser el templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19). Ya no tienes que confiar en tu propio poder. El poder del Espíritu es tuyo y mora dentro de ti (Hechos 1:8).
Hay dos palabras en el N.T. que enfocan la obra del Espíritu Santo en el creyente. Son “fruto” y “dones”. Tu testimonio cristiano depende de quien eres y de lo que haces. El fruto del Espíritu Santo te ayuda a ser quien Dios quiere que seas. El don (o los dones) del Espíritu te capacita para servirle.
En Gal. 5:22-23 puedes encontrar una lista de virtudes que el Espíritu Santo te ha dado. Estas son producidas en ti cuando el Espíritu obra en tu vida con libertad, sin impedimentos. Así pues, este fruto del Espíritu debe de ser evidente en cada creyente. La virtud que sobresale de esta lista es el amor. Las demás virtudes mencionadas en este pasaje pueden considerarse como “el amor en acción”.
El fruto del Espíritu ha de ser igual en cada cristiano. En cambio, el don espiritual (o dones) que cada creyente tiene es muy particular. Cada cristiano ha recibido por lo menos un don espiritual que le capacita para poder llevar a cabo un ministerio espiritual. Tu don es una habilidad impartida por el Espíritu Santo que te capacita para desempeñar un servicio particular que Dios te pide.
Antes de seguir leyendo esta lección busca en tu Biblia los siguientes pasajes que, entre otros, hablan de dones espirituales: Ro. 12:6-8 y      1ª Cor. 12:4-11. Apunta todos los distintos dones que encuentras en el punto 11 del Cuestionario correspondiente a esta lección. ¿Cuántos encontraste? Puede que esta lista te ayude a reconocer tu propio don.
Pablo compara la iglesia con el cuerpo humano. Cada cristiano es como un miembro del cuerpo. El ministerio total de la iglesia depende del ministerio de cada miembro. Cada miembro del cuerpo es de mucha importancia. Ninguno es inferior o superior al otro. Tú, como todos los cristianos, tienes un profundo deseo de servir a Dios y de ayudar a otros a conocer a Jesús. El ministerio que has de llevar a cabo depende del don (o dones) que el Espíritu Santo te ha dado. Tienes que descubrir tu don, dedicarlo al Señor y desarrollarlo al máximo en el trabajo de la iglesia.
¿Cómo vas a descubrir tu don? Ya has leído algunos pasajes que te presentaron los dones que Dios usaba en la iglesia primitiva. Dios te puede hablar a través de la lista que hiciste. Puedes orar pidiendo a Dios que te guíe a encontrar tu don espiritual. Debes hablar con los hermanos mayores de la iglesia cuyas vidas reflejan el gozo de servir a Dios. Pídeles que te compartan cómo encontraron ellos sus dones. No tengas miedo de experimentar en los múltiples ministerios de la iglesia.
Desarrolla tu don en la obra de tu iglesia. Practica la recomendación del apóstol Pablo: “No descuides el don que hay en ti” (1 Timoteo 4:14).
Al descubrir tu don espiritual y ponerlo al servicio de la iglesia experimentarás varios resultados positivos. El ministerio en el cual estás involucrado resultará en un gozo para ti y un beneficio espiritual para otros. La iglesia te va a afirmar en tu ministerio y Dios recibirá la gloria.

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