Lección 8. Como funciona tu iglesia

Versículos para memorizar: Efesios 4:11-12

En la lección anterior te presentamos a esta nueva familia tuya que es la iglesia. Vimos que la iglesia es la asamblea o congregación de los creyentes, y también que tú necesitas de la comunión con los hermanos para crecer en tu vida cristiana.
Como todo grupo, “asamblea” o “congregación”, la iglesia debe tener una organización para poder funcionar correctamente. También para esto debemos buscar y seguir el ejemplo de las Escrituras. Refiriéndose a la actuación de los miembros en la iglesia, Pablo recomendó a los hermanos de la iglesia de Corinto: “Hágase todo decentemente y con orden”               (1 Corintios 14:40). En cuanto a la organización, para que la iglesia como “cuerpo de Cristo” pueda cumplir con sus propósitos, la Biblia dice que Dios “…constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:11,12).
Nuestras iglesias se han caracterizado por practicar la democracia en todos los ámbitos de su quehacer. Es la congregación de miembros reunida en asamblea administrativa, la que decide por la mayoría los asuntos de interés general, o problemas que pudiesen afectar a la iglesia en su integridad espiritual y que no están definidos o decididos por las Escrituras. Este tipo de gobierno se conoce como gobierno congregacional. Al ser un miembro de tu iglesia, tú debes participar en las decisiones de la misma. Podemos encontrar ejemplos bíblicos en Hechos 6:1-6; 2 Corintios 8:19 y Hechos 14:23, entre otros.
Tu iglesia también tiene oficiales o personas que guían a la congregación. De acuerdo con el Nuevo Testamento, dos son los oficiales de una iglesia local. Ellos deben su existencia a la asamblea misma reunida en sesión administrativa, y ellos deben dar cuenta de sus actos eclesiásticos a sus respectivas congregaciones. Estos oficiales son los pastores y los diáconos (Filipenses 1:1).
Los pastores son nombrados (o llamados) por la respectiva iglesia local de acuerdo con las exigencias de ésta y con las características espirituales, culturales y de liderazgo que deba reunir el hermano que ha de servirles como su pastor. Sus requisitos de encuentran en 1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9, además de otros señalados en distintas partes del Nuevo Testamento. El pastor recibe otros nombres tales como “anciano” (griego, presbítero) según se ve en Hechos 20:17; Tito 1:5b y 1 Pedro 5:1,2. En otros lugares de las Escrituras también se les llamó “obispos” (Hechos 20:28; Tito 1:7). Todos estos títulos neotestamentarios hacen referencia al trabajo u oficio del pastor.
Los nombres y responsabilidades que recibe nos hacen notar que los pastores merecen todo nuestro respeto, admiración y consideración debido a su ministerio y por respeto al Señor que le ha llamado y a la iglesia donde ministra. El pastor ejerce una autoridad en la iglesia donde ha sido llamado. El pastor ejerce autoridad espiritual en su iglesia, ungido por el Señor y apoyado por la misma. La sencillez de él, o sus yerros como ser humano, no debe servir como motivo para minimizar su labor y su persona.
Los diáconos derivan su nombre de la palabra griega que significa “servidor”. Son hermanos que, sin tener un llamado pastoral, se han ganado la confianza y el prestigio gracias a su conducta y espíritu de servicio en la iglesia local. Al igual que el pastor su “descripción de servicio”, en general, se encuentra respaldada por la Biblia. Lee Hechos 6:1-6 y 1 Timoteo 3:8-13. Desde el momento en que han sido reconocidos solemnemente por la iglesia, merecen todo nuestro respeto y apoyo a su labor. El diácono debe trabajar al lado del pastor para apoyarle en los planes que competen a la iglesia e incluso en aquellos asuntos personales o delicados que pudieran presentarse en la congregación.
El propósito que Dios tiene para la iglesia ha de cumplirse por medio de cinco funciones o tareas básicas, que son: adoración, evangelización, comunión, discipulado y servicio. Un programa bien equilibrado de una iglesia sana incluye estas cinco funciones, desarrolladas en conformidad con su contexto social y cultural, manteniendo el equilibrio de las cinco, sin menoscabo de ninguna.
Mediante estas funciones o ministerios, la iglesia desarrolla un programa equilibrado cuyo propósito es alcanzar con el Evangelio a quienes no son creyentes y discipularlos para que lleguen a ocupar en el Reino de Dios.
Consideremos brevemente cada función:
Adoración: su propósito es exaltar el nombre del Señor. Debes ofrecer tu adoración con una actitud espiritual y sincera para glorificar al Padre que está en los cielos.
Evangelización: es responsabilidad de todo cristiano anunciar las Buenas Nuevas de Salvación a todos cuantos pueda. De esta manera estará haciendo su parte en la extensión del Reino de Dios.
Comunión: es el tiempo de comunión con los hermanos cuando los nuevos creyentes pueden captar la manera cristiana de vivir. Como parte de tu nueva familia aprenderás a dar y recibir para edificación mutua.
Discipulado: el Señor indicó a sus discípulos que debían enseñar a otras personas a cumplir todas las cosas que Él había mandado (Mt. 28:20). Mediante el cumplimiento de este mandato tu iglesia te ayuda a crecer en el conocimiento del Señor.
Servicio: mediante este ministerio tu iglesia cumple su función de sal y luz. Mediante el servicio demostramos el amor de Dios a otros satisfaciendo sus necesidades y sanando sus heridas, cubriendo todo tipo de necesidades: físicas, espirituales y emocionales.
Una iglesia es fiel y sana cuando cumple equilibradamente con estos cinco propósitos. Tú, como parte de la iglesia, debes buscar cuál es el lugar de servicio que Dios ha preparado para mediante el Espíritu Santo, ha designado pata ti. Al ocupar ese lugar y desarrollar tus dones, estarás ayudando a que tu iglesia cumpla con su función. En la próxima sección continuaremos estudiando acerca de la iglesia y cómo cumple con las disposiciones que el Señor dejó establecidas para ella.

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