Las ultimas cosas

Los temas relacionado con las ultimas cosas y su estudio, la escatología, son muy populares en los círculos religiosos. La enseñanza deficiente en muchas iglesias sobre las verdades bíblicas en cuanto al fin ha llevado a discusiones, diferencias y aun divisiones. Hay sectas heréticas que se han formado a la luz de interpretaciones populares en cuanto a las últimas cosas. De hecho, es un terreno abierto a la especulación. Lo más importante, sin embargo, es fundamentarnos en aquellas cosas que son verdades cardinales en las Escrituras. Los detalles, en los que podemos diferir, no hacen mella a la verdad principal que sostenemos. Vamos a concentrar nuestro pensamiento en cuatro doctrinas acerca de las últimas cosas y extraer algunas enseñanzas prácticas desde la perspectiva del fin.

La segunda venida de Cristo.

Casi en cada enseñanza bíblica acerca de fin aparece la segunda venida de Cristo como el hecho central. En Fe y Mensaje Bautistas se resume esto diciendo que “Cristo regresará a la tierra de una manera personal y visible en gloria.” Cuando hablamos de la segunda venida de Cristo, entonces, nos referimos a un hecho concreto en la historia y en la tierra. Cualquier “espiritualización” de esa venida no hace justicia a la clara enseñanza bíblica.
Veamos, primero, que este hecho fue anunciado repetidamente por el mismo Jesús, aunque sus seguidores no lo entendían en su momento: “Porque el Hijo del Hombre vendrá en gloria de su Padre...” (Mt. 16:27). Cuando ascendió a los cielos, dos mensajeros dijeron a sus discípulos: “…Este mismo Jesús, que h sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo (Hch. 1:11).  Unas de las cosas que siempre han sido de motivo de especulación entre los cristianos es cuándo ocurrirá. La fecha cierta y concreta existe, pero solo Dios la conoce. Jesús aclaró esto al decir: “pero del día y la hora nadie sabe, ni aún los ángeles de los cielos, sino solo mi padre” (Mt. 24:36). Esta certeza debe alejar la curiosidad enfermiza acerca de los tiempos de Dios. Esta misma certeza debería ser también un aliciente para la unidad de los cristianos en la espera del día del Señor, viviendo ante la inminencia de su venida en cualquier momento. Santiago amonestaba en su tiempo: “Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca” (St. 5:8). La promesa  clara de la biblia es: “El Señor viene pronto.” Esa es nuestra fe y nuestra seguridad.

La resurrección de los muertos

Otra vez, la declaración de Fe y Mensaje Bautistas es muy breve: “los muertos serán resucitados.” Vale, pues, una ampliación de este pilar de la fe cristiana.
Jesús enseñó con claridad: “…Porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas lo que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Jn. 5:28-29). Lo más importante es que habló de una resurrección general (“todos”). Los destinos son también específicos: “Vida” o “Condenación”.  Fue el apóstol pablo quien enseñó más acerca de la importancia de la resurrección de los muertos. En 1 de corintios 15 se establece que la resurrección de Cristo es la base para una resurrección general. El centro de del argumento del Apóstol es la bendición de la resurrección de los creyentes para gozar de la plenitud de vida en Cristo: “Porque así como en Adán todos mueren, También en Cristo todos serán vivificados” (1 Co. 15:22). Esto se contempla con la transformación de aquellos que estén vivos para la segunda venida de Cristo (1 Ts. 4:13-17).
Los bautistas tienen distintas interpretaciones en cuanto al tiempo y orden de la resurrección en relación con la segunda venida de Cristo, el reino terrenal de Cristo y la secuencia de otros acontecimientos. Pero es una enseñanza clara de todos los bautistas que la resurrección de los muertos es una doctrina clara y definida.

El juicio final

Un evento asociado con los anteriores y también fundamental en cuanto al fin es la seguridad de un día de juicio final. La predicación de los apóstoles incluía la mención de este juicio: “por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó…” (Hch. 17:31). El desarrollo de esta doctrina llevó a declarar más adelante, que todos serían juzgados: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino” (2 Ti. 4:1). Es un hecho, entonces, que todos los seres humanos hemos de presentarnos ante el tribunal de juicio en el día final, cuando Cristo venga.
La expresión más clara en cuanto al desarrollo de ese juicio la tenemos en la enseñanza de Jesús en Mateo 25:31-46. Con brevedad, así se resume en Fe y Mensaje Bautistas: “Cristo juzgará en justicia a todos los hombres.” Lo que Jesús enseñó fue que en ese juicio final ya habría un veredicto inicial. El separaría a la humanidad (“Naciones”) en dos grupos. Luego de pronunciado su juicio de cada grupo, habría un dialogo. Con los premiados, porque no comprenderían la gran bendición de recibirían; con los condenados, porque no aceptarían el castigo impuesto. Por el fallo sería irrevocable y los destinos fijados con autoridad.

El destino eterno

Ya en Mateo 25:46, en relación con el juicio final, se señalan las dos posibilidades de destino eterno para la humanidad: “castigo eterno” y “vida eterna”. En Fe y Mensaje Bautista se señala: “Los impíos serán consignados al infierno, que es el lugar de eterno castigo. Los justos, con sus cuerpos resucitados, y glorificados, recibirán su galardón y morarán para siempre en el cielo con el Señor.” La enseñanza en cuanto al cielo, o lugar para la vida eterna, fue claramente desarrollada por el mismo Jesús. En una palabra de aliento y esperanza para cada cristiano, él dijo: “…voy, pues, a preparar lugar para vosotros… vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:2-3). El cielo es presentado como un lugar de eterna gloria, de gozo y alabanza en la presencia de Dios, de descanso de los trabajos terrenales. Aunque es también campo para la especulación, la descripción bíblica del mismo señala un lugar y un estado de felicidad permanente.
En cuanto al infierno, también hay claridad de las enseñanzas. Jesús se refirió varias veces a este lugar de castigo, por ejemplo en Mateo 18:8-9. La mejor descripción es que será un lugar de condenación eterna, sin la presencia de Dios y de todo lo glorioso que tiene su presencia. Por contraste, el infierno puede ser definido como todo lo que es contrario al cielo. Las figuras bíblicas son terribles y no dejan lugar a la especulación.