La seguridad de la salvación

 ¿Es posible perder la salvación? La doctrina constante de los bautistas dice que no.

Aquí, como en el caso de la elección, hay también dos verdades que ayudan a comprender la doctrina total.
1. El creyente en Cristo no se pierde “Creer” en Cristo n es un asunto de nominalismo. Hay miles que “Creen” en Cristo y que sin embargo están perdidos. Por eso, Fe y Mensaje Bautistas aclara: “Todos los verdaderos creyentes perseveran hasta el fin” El creyente verdadero es aquel que se compromete en una entrega total de su vida al señorío de Cristo. Es aquel sellado con el Espíritu Santo, y que por ello no ha de caer del estado de la gracia. Esta fue la enseñanza del Señor Jesús y de los apóstoles Pablo y Pedro. El Señor Jesús afirmó si intervención personal en la preservación segura de aquellos salvados: “…y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Jn. 10:28). Además, combinando el pensamiento con el de la elección, Jesús agregó: “Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi padre” (Jn. 10:29). ¡Jesús, el Padre y el Espíritu Santo son quienes aseguran nuestra salvación! “…Porque yo sé en quien he creído y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2. Ti. 1:12). Luego de hacer una larga lista de cosas que podía significar tropiezos en la vida cristiana, declaró rotundamente: “…Ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro. 8:39). Fue Pedro quien confirmó esta enseñanza, e indicó que Dios interviene de manera personal para guardar a los suyos: “…Sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 P. 1:15). Sin embargo, hay oportunidades en que nos preguntamos: ¿Es esto siempre cierto? Todos conocemos casos de la apostasía doctrinal, fracasos morales, infidelidad manifiesta. La segunda afirmación nos ayuda a comprender estos dos casos.
2. El creyente puede ser negligente con su salvación. En Fe y Mensaje Bautista se afirma: “Los creyentes pueden caer en pecado por negligencia y tentación, por lo cual contristan al Espíritu Santo, menoscaban sus virtudes y su bienestar espiritual, hacen que hayan reproches para la causa de Cristo y juicios temporales adversos a ellos.” Esta es una verdad que no anula la afirmación de la seguridad de la salvación. Sirve, realmente, como una advertencia para mantener una calidad superior de vida cristiana. Las enseñanzas neotestamentarias nos ayudan a comprender la seriedad de este punto. Quizá el autor de Hebreos fue más punzante en la declaración de la posibilidad de creyentes negligentes. A los que flaquean en la fe, él les advierte: “¿Cómo descuidaremos una salvación tan grande?...” (He. 2:3). El mismo hecho de formular la pregunta sugiera que conocía casos de creyentes negligentes de su salvación. Por eso, el apóstol Pablo hablaba de la necesidad de tomar muy en serio la vida cristiana: “…ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil. 2:12-13). La idea es que el cristiano ha recibido la salvación como un regalo, pero que debe ocuparse en que esa salvación rinda sus frutos plenos en la vida. Cuando alguien menosprecia lo que Dios le ha dado, está trayendo “reproches para la causa de Cristo” ¿Cómo explicar los casos de aquellos que se apartan de la fe? La única explicación es que no eran verdaderos cristianos. El apóstol Juan decía acerca de los que se apartaban en su tiempo: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que no todos son de nosotros” (1 Jn. 2:19). Nosotros no podemos, ni debemos, pronunciar un juicio condenatorio. Pero la Palabra de Dios indica que los frutos y las actitudes hablan más fuerte que las declaraciones religiosas.